La nueva serie del creador de 'Cowboy Bebop' fusiona jazz, ciencia ficción y lo mejor de 'John Wick'


         La nueva serie del creador de 'Cowboy Bebop' fusiona jazz, ciencia ficción y lo mejor de 'John Wick'
El tiempo no pasa en balde, tampoco para Shin'ichirō Watanabe. El creador de series tan esenciales del anime contemporáneo como Cowboy Bebop o Samurai Champloo estrenó su anterior creación en 2019, es decir, antes de la pandemia de COVID. Algo que benefició el espíritu esperanzador de aquella serie para Netflix: Carole & Tuesday era un emocionante canto por la sororidad y la creación musical. Ahora, sin embargo, vuelve con Lazarus a través de Adult Swim, con un piloto ya disponible en Max. El mundo es otro en 2025, y Watanabe es consciente de ello. De ahí que su nueva serie parezca volver a la oscuridad de sus obras mayores –de hecho, Cowboy Bebop ya fue distribuida por Adult Swim en 2001–, con la misma pasión por la música y el tratamiento rítmico de la acción, y con un aliado de excepción: Watanabe ha unido fuerzas con Chad Stahelski, responsable de la saga John Wick, que aquí supervisa las escenas de acción y su desarrollo gráfico. El resultado de la afortunada unión de talentos se hace notar en cada escena del primer episodio de Lazarus. Una serie que brilla en su apartado formal, en una banda sonora espectacular y en una atención por la acción realmente encomiable. Y si bien la serie opta por el pequeño formato narrativo de 13 episodios –como las más desconocidas Kids on the Slope o Terror en Tokio–, Watanabe retoma casi todo lo que ha convertido su sello en uno de los más icónicos de la animación global. Cuando decimos que la pandemia, así como la deriva insolidaria, bélica y autoritaria del mundo actual, ha marcado el tono de Lazarus, lo hacemos sin exagerar un ápice. Esta serie nos sitúa en 2052. El desarrollo y popularización extrema de un fármaco llamado Hapna ha erradicado el sufrimiento psíquico. La gente ya no padece preocupaciones, vive sin angustia existencial, no siente los problemas de sus vidas a nivel anímico ni psicológico. Un mundo cercano a su estado utópico, que sin embargo está condenado. El creador de Hapna, un brillante magnate tecnológico con delirios de grandeza llamado Dr. Skinner –cualquier parecido con la actualidad en absoluto es casualidad–, no concibió el fármaco como un mero analgésico universal. Lo hizo para inocular un virus en el torrente sanguíneo de todos aquellos que tomasen el medicamento, que resulta ser la inmensa mayoría de las sociedades humanas adultas. El virus despertará en 30 días. La cura solo la tiene él. Lazarus, además de bautizar la serie, es el nombre de una agencia –una especie de Fuerza de Misión Imposible (IMF)–, que reúne a gente con aptitudes extraordinarias para trabajos de alto riesgo. Gente que deberá encontrar a Skinner antes de que el virus acabe con gran parte de la humanidad. Y ahí es donde entra el nuevo protagonista escrito por Watanabe: Axel Gilberto. Un joven con un absoluto desprecio por su vida, amante del riesgo, luchador experto, ladronzuelo ocasional y escapista profesional. Su personaje es lo que ocurriría si el rostro y el carácter impasible de Spike Spiegel –Cowboy Bebop–, se metiera en una coctelera junto con los endiablados movimientos y la frenética capacidad de improvisación de Mugen –Samurai Champloo–. Y lo cierto es que tiene el carisma de ambos, algo que no se puede decir aún de los secundarios 'Doug' Harding, Christine, Leland y Eleina, que completan la fuerza de choque destinada a salvar al mundo. Gilberto cumple condena en una cárcel de máxima seguridad cuando le ofrecen unirse a Lazarus. "Ponme algo con las vibras del hombre que vendió su alma al diablo, eso es lo que quiero escuchar", le pide 'Doug' Harding a la IA de su coche en determinado momento del primer episodio. Entonces empieza a sonar la particular voz de Jacob Lusk, cantante de R&B y gospel, en el tema Dark Will Fall, realizado junto al DJ británico Bonobo para la banda sonora de la serie. Si bien la premisa de Lazarus conecta temáticamente con la obra precedente de Watanabe, este no es el único vaso comunicante que habita en ella. La impoluta pero constante presencia de la música es un rasgo distintivo de casi todas las series de Shin'ichirō Watanabe. En Carole & Tuesday y Kids on the Slope la música formaba parte de la misma narrativa, al contar las historias de músicos que crecían y establecían lazos y relaciones afectivas a través de una carrera artística. Pero el rap y el hip hop en una serie de samuráis y espadazos como Samurai Champloo, o el jazz de Yoko Kanno en un western espacial como Cowboy Bebop, convertían prácticamente ambas en vinilos de 26 pistas. En Lazarus, el jazz y la electrónica se dan la mano para convivir en una atmósfera malsana y decadente, a la vez que llena de color y avances tecnológicos. Watanabe propone un mundo que por momentos sintoniza con la reciente Pluto, sorprendente adaptación de la obra de Osamu Tezuka estrenada en Netflix. Y en el que las escenas de acción encajan, compás por compás, con composiciones musicales hechas ad hoc, elevando el mickey mousing a categoría de obra de arte. Sonidos que, solo en el primer episodio, van desde el saxofón tenor de Kamasi Washington al percutivo DJ Floating Points, perfecto para una persecución impresionante. Y esa es otra: la acción, las coreografías del mamporro se benefician de la mirada de Chad Stahelski. Pero no solo eso, desdibujan personajes y exageran perspectivas demostrando un cariño por el lenguaje digno de MAPPA, el estudio responsable de Lazarus. No en vano, el estudio que acaba de estrenar Attack on Titan: The Last Attack en cines, ofrece aquí algunas de las mejores escenas de acción vistas en el anime desde Jujutsu Kaisen. De hecho, la emisión de Lazarus terminará, previsiblemente, en junio de este año, y para entonces deberíamos tener fecha de estreno de la esperadísima tercera temporada de la adaptación del manga de Gege Akutami. Sea como fuere, Lazarus ofrece suficientes ingredientes para disfrutar de cada estreno semanal. Generosa en sus clichés, pero muy inteligente en sus guiños, es una serie que apunta alto aunque sea breve. Quiere actualizar al fan de Cowboy Bebop, apelando a los temas del presente, con un apartado formal arrebatador y unos protagonistas con carisma capaces de trascender la serie. Ojalá lo consiga. ¿Quieres estar a la última de todas las novedades de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.

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