Yolanda, superviviente de la DANA: "Una mujer me dijo que subiera a su casa. Estoy viva de milagro"

Yolanda García, pediatra valenciana de 39 años, es consciente de que está "viva de milagro". En realidad no lo fue del todo hasta este pasado miércoles, a la mañana siguiente de la catástrofe registrada en la provincia de Valencia en forma de DANA que ha arrasado numerosos municipios de cuatro comarcas y cuyos efectos en forma de desbordamientos e inundaciones se quedaron a las puertas de la ciudad de Valencia, donde el nuevo cauce del río Turia hizo de barrera. Es precisamente en la zona sur del área metropolitana donde la facultativa se vio sorprendida por el episodio meteorológico, en la V-31 (conocida como la Pista de Silla). Buscó refugio en Alfafar sin poder imaginar que el municipio se convertiría en zona cero, y allí una mujer le ofreció subir a su casa. Fue su ángel de la guarda. Todo empezó la tarde del martes, cuando Yolanda se dirigía a una tienda de ropa deportiva en Alfafar. "Qué estupidez por mi parte, pero yo no me estaba enterando de nada, no había puesto la tele", explica, por lo que no tenía constancia de que se aproximaran lluvias. De hecho, en esa zona apenas llovió, y las inundaciones en esa zona se produjeron por las riadas que descendieron desde el interior por el barranco del Poyo. Además, pensaba que su trayecto no entrañaba riesgo, ya que no iba a adentrarse por ninguna población. "¿Quién iba a pensar que en la autovía de salida de Valencia hacia Alicante iba a pasar nada?", se pregunta. "Cuando estaba en la carretera empezó un atasco monumental y pensé que estaba pasando algo", relata. Justo en ese momento su móvil empezó a sonar con un ruido extraño y elevado. Era la alerta de Protección Civil por fuertes lluvias que pedía evitar "cualquier tipo de desplazamiento en la provincia de Valencia". Para ella ya era tarde. "Yo ya estaba ahí, así que decidí volverme a casa", a la capital. Salió de la autovía y se adentró en el casco urbano de Alfafar guiada por el GPS "sin saber nada" de lo que se avecinaba justo en ese punto. "Y me pilló el momento crítico ahí", añade. Yolanda veía "cosas raras" por la calle: no había luz en algunas vías, gente andando de aquí para allá con el móvil en la mano. . . "Era un ambiente rarísimo, pero yo no sabía qué pasaba. Empecé a ver agua en una calle, en otra… Cada vez que lo cuento se me revuelve todo", asegura. En ese momento ya tenía claro "que la cosa no pintaba nada bien". Por suerte, pudo aparcar el coche y salir, y encontró a unos vecinos. Les preguntó si le podían decir qué estaba pasando. Es entonces cuando le dijeron que creían que se había desbordado un barranco. "¿Y qué puedo hacer? ¿Adónde voy? No soy de aquí". Entonces una mujer le dijo que subiera con ella a su casa, justo arriba de donde había aparcado su coche. Lo hizo, y "en cinco o diez minutos" la calle se inundó de agua. "Se me ponen los pelos de punta", afirma al recordar aquellos momentos. Yolanda pasó toda la noche en esa casa, sin luz ni agua. "Por lo menos tenía el móvil con bastante batería para poder comunicarme y decir que estaba bien. Mi coche desapareció de la vista, de donde lo tenía aparcado", recuerda. A la mañana siguiente, cuando el nivel de las aguas había descendido, bajó a buscar su coche la calle, donde se encontró con un escenario "de película de terror, apocalíptico; no daba crédito". Ahí es cuando fue consciente de que se encontraba en la zona cero de una catástrofe de dimensiones desconocidas. Encontró el vehículo a dos manzanas "bastante bien para lo que había visto", junto a una pared y con agua en su interior, sin obstaculizar el paso, por lo que decidió dejarlo en ese lugar. Yolanda decidió entonces volver andando a su casa y entonces aumentó aún más su incredulidad. Primero pasaría por casa de una tía suya que vive en Alfafar, lindando casi con Valencia. "Pensaba, ilusa de mí, que allí no habría pasado nada y que en casa de mi tía estarían bien y podría cargar el móvil", explica. Cuando llegó a las vías del tren estaban completamente destrozadas. Se asomó a la calle de su tía la vio "bloqueada por una montaña de coches". Solo pudo hablar con ella por la ventana porque no se podía acceder al portal y vio que estaba bien, así que siguió hacia Valencia andando por la carretera, como cientos de personas. "Fue algo surrealista", concluye.
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