La ansiedad a la hora de buscar un piso: una de cada cuatro personas sufre para encontrar una vivienda

La vivienda lleva cinco meses seguidos siendo señalada por los españoles como el principal problema del país, según el CIS. Y no se trata de una preocupación etérea, sino que para muchos es una fuente de inquietud que atraviesa su día a día. Una cuarta parte de la población ha sufrido estrés o ansiedad al buscar piso y una de cada cinco personas, temor a perder su vivienda actual. Son datos del segundo Barómetro de la vivienda en España publicado este miércoles por el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE). El estudio, elaborado junto a la consultora GAD3, recalca el impacto que las dificultades para acceder a un techo tienen sobre el bienestar y la salud mental de las personas, especialmente en los jóvenes. Según el informe, difundido en el marco del Salón Inmobiliario de la Construcción (Construmat) que se celebra esta semana en Barcelona, casi dos de cada cinco encuestados asegura haber tenido que hacer frente a un incremento en el precio de su alquiler o de la hipoteca en los últimos años, un alza que para algunos ha sido especialmente problemático. Un 15% de los entrevistados admite haber tenido que mudarse recientemente por necesidades económicas y un 16% declara no haber podido hacer frente al pago del alquiler o de la hipoteca en algún momento de los últimos años. La zozobra provocada por la vivienda en ocasiones alcanza dimensiones importantes. Casi uno de cada cinco encuestados afirma haber experimentado incluso episodios depresivos relacionados con su situación habitacional. Sin llegar a ese extremo, la preocupación por el acceso a un techo es compartida en buena parte de la sociedad. El 42% lo identifica como el principal problema del país, por delante de la sanidad, el empleo o la situación política. La inquietud es mayor entre los inquilinos, entre quienes se eleva hasta el 52% el porcentaje de los que sitúan la vivienda en la cúspide de los problemas. En particular, el barómetro pone de manifiesto las dificultades de los jóvenes para emanciparse. Casi un tercio de los menores de 35 años vive con sus padres, una proporción que asciende hasta el 40% si se consideran solo los menores de 30 años. El estudio, elaborado a partir de 1. 257 entrevistas a nivel nacional, señala que la falta de ahorros con los que pagar la entrada a una hipoteca y las condiciones económicas o laborales personales son los principales obstáculos para independizarse. Solo uno de cada tres menores de 35 años ha accedido a una vivienda en propiedad y un 27% vive de alquiler. Para dar ese paso, el contexto familiar resulta clave. El 38% de los jóvenes de menos de 30 años han necesitado ayuda de sus padres para irse a vivir por su cuenta. "Estos datos muestran una falta de autonomía que debería encender todas las alarmas", valora Narciso Michavila, presidente de GAD3. Aparte de la ayuda de los padres, también hay quien recurre a programas públicos o viviendas cedidas por familiares o amigos. Solo el 37% de los menores de 35 años que son propietarios y el 36% de los que son inquilinos se ha independizado sin ningún tipo de soporte económico externo. Aun así, independizarse no es sinónimo de acceder a una vivienda asequible, ya que uno de cada cuatro jóvenes destina más de la mitad de sus ingresos a los gastos asociados a la casa. Tampoco es sinónimo necesariamente de bienestar. El 63% de los jóvenes que se sienten solos afirma que las características de su vivienda aumentan esa sensación. "La vivienda no puede ser solo un refugio físico. Es también un factor determinante en la salud mental, especialmente de los más jóvenes. Necesitamos construir pensando en comunidad, accesibilidad y bienestar emocional", subraya Alfredo Sanz, presidente del CGATE, a la luz de estos datos. El impacto de la vivienda en la percepción de soledad no solo afecta a los más jóvenes. El 49% de los entrevistados que experimentan soledad no deseada considera que las características de su hogar agravan el problema, sobre todo entre quienes viven de alquiler. Entre los factores vinculados a la vivienda que más inciden en esta percepción de soledad sobresalen la ubicación (lejanía de familiares, amigos o servicios), el estado de conservación del inmueble, la falta de privacidad, la falta de luz natural y el tamaño reducido de la vivienda. En particular, los inquilinos que reconocen sufrir esta sensación destacan especialmente la importancia de la luz y la ventilación, mientras que para los propietarios que comparten el mismo problema tienen más peso el estado de conservación y la distribución de los espacios. "La vivienda tiene una dimensión social profunda. Si no se garantiza el acceso digno y adecuado, lo que está en juego es mucho más que el confort, es la salud emocional", recalca Michavila. "Es urgente que nos pongamos manos a la obra y seamos capaces de construir entornos habitables que favorezcan el bienestar psicológico y el desarrollo personal de los ciudadanos y, especialmente, de los más jóvenes", añade Sanz. El CGATE planea entregar el estudio presentado este miércoles a los responsables públicos para fomentar políticas habitacionales que integren una perspectiva emocional y social y llama a sector público y privado a sumar fuerzas para mejorar el acceso a una vivienda.
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