Por qué hay racistas cazando magrebíes

Lo que está ocurriendo en Torre Pacheco es una vergüenza nacional. Por culpa de otra vergüenza, una agresión a un anciano, se ha montado una cacería de magrebíes de película de terror. Criminalizan a todos los inmigrantes del pueblo de una paliza que es injustificable, pero que, para empezar, aún se está investigando quién cometió. Vamos, que los de la cacería ni saben a quién están buscando. Les da igual el anciano, solo vomitan un odio irracional que un buen psicoanalista podría contarles por qué han desviado sus problemas personales hacia el supremacismo racial. Muchos de los que les aplauden desde redes sociales asocian delincuencia a inmigración. La realidad es que ni todos los inmigrantes llevan un gen presidiario ni todos son seres de luz. Las estadísticas dan la razón a los que dicen que delinquen más si se analizan los datos en términos relativos, es decir, considerando la proporción de delitos cometidos en relación con la población de cada grupo. Pero es que también se la dan a los que aseguran que cometen más delitos los españoles. Al leerse los datos en términos absolutos, contando el número total de delitos con independencia de los grupos, ganan los delincuentes nacionales. Por eso tenemos políticos de ambos lados echando leña al fuego. Vox, que más que de racismo padece de aporofobia porque con los jeques árabes de Puerto Banús no tiene ningún problema, habla sin reparos de mandar de vuelta hasta a los de segunda generación. Lo hace porque sabe que su discurso populista de fronteras desprotegidas cala en la clase obrera. Es esa la que ve la inmigración como una competencia directa en el mercado laboral o el acceso a servicios públicos. En una España en la que ya no llega para comprarse una casa, normal que Abascal consiga que saquen las uñas. No lo arregla el discurso de la izquierda, que alardea del aumento del PIB y la natalidad gracias a la inmigración, reduciéndolos a vehículos económicos. Aunque donde más falla es con una política migratoria solidaria demasiado idealista que no tiene en cuenta las realidades económicas ni sociales de la integración. La gestión humanitaria se debe acompañar de planes realistas de futuro para los inmigrantes. La delincuencia, menos en cuatro cabritos que nacen así, surge de estar en los márgenes. No podemos dejar en ellos a personas que han escapado de países en los que solo había orillas. Y hay otra cosa que ha hecho fatal la izquierda y es deslegitimizar la justicia. La gente sale a la calle a tomársela por su mano porque llevamos dos legislaturas cuestionando sentencias e informes de la UCO. Se ha aplaudido que se señale acosadores sin denuncias hasta quemarlos en las hogueras de la moral. Pues de aquellos barros, los lodos de los que creen que tienen derecho a cazar moros por el bien de España. Bajo ningún concepto la sociedad debe tomarse la justicia por su mano en un estado de derecho. España lo es y por eso se les exige a todos los ciudadanos lo mismo. Sean de la raza que sean.
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