María León: "Tendría que haber menos miedo, menos gritos y muchísima más conversación y diálogo"

Fue el noruego Henrik Ibsen quien escribió la obra teatral Casa de Muñecas, que se estrenó en 1879 en el Teatro Real de Copenhague. Casi 150 años después no ha pasado de moda y el texto se representa ahora en el Teatro Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa (hasta el 22 de junio), con una versión renovada y ambientada en el Oslo de 2024. El montaje es una versión del dramaturgo Eduardo Galán bajo la dirección escénica de Lautaro Perotti, protagonizada por María León, junto a Patxi Freytez, Pepa Gracia, Santia Marín y Alejandro Bruni. La obra sigue a Nora Helmer, una mujer casada con Osvaldo Helmer, un abogado que acaba de ser ascendido en su trabajo. Aparentemente, llevan una vida feliz y acomodada. Sin embargo, se revela que años atrás, Nora contrajo secretamente una deuda y falsificó una firma para salvar la vida de su esposo, algo que oculta por temor al escándalo. Cuando su secreto está a punto de salir a la luz, Osvaldo reacciona de forma egoísta y condenatoria, lo que lleva a Nora a cuestionar su papel como esposa, madre y mujer. Al final, toma la drástica decisión de abandonar a su esposo y a sus hijos para buscar su propia identidad y libertad. Hablamos con María León sobre la obra, el personaje y la traslación de ambas a una actualidad llena de ruido. Han traído Casa de Muñecas al siglo XXI, ¿cómo lo han hecho?Ambientándola en la época actual, donde hay redes sociales y donde los personajes tienen una vida al uso como cualquier familia podría tener hoy en día, pero con esa infraestructura de vida que a mi forma de ver, para María, es anticuada, como la que ya se contaba en Casa de muñecas. ¿Qué hace tóxica a ese tipo de familia donde uno trabaja y la otra cuida?En este caso los dos trabajan, pero es tóxico porque no hay una escucha hacia la otra persona. Hay una intención de mantener constantemente una felicidad inventada y eso impide escuchar qué felicidad propia es la que una quiere tener cada uno. No todos somos felices de la misma manera, con los mismos colores y de la misma forma. Ni todo el rato…Ni todo el rato, exacto. Algo que me gusta mucho del personaje de Nora, es que en ningún momento se acusa de esa situación tóxica al marido. Ella no lo acusa, ella se hace responsable de la poca escucha que ha tenido para sí misma. Ha tenido mucho oído para mucho, para todos los demás, pero no para ella. Cuando ella aprende que se tiene que escuchar y toma una decisión, es cuando coge y da ese portazo. Ese es el aprendizaje: que la cosa más tóxica es buscar una felicidad que realmente no has decidido tú, como Nora, sino que es una felicidad que ya viene impuesta. ¿Dónde está el equilibrio entre priorizarse y ser egoísta?Es que una cosa es ponerse delante y escucharse a uno mismo para poder compartir y otra cosa es escucharse a uno mismo para imponer. Porque lo que más falta hace es escuchar. La imposición no es algo que nos haga aprender ni crecer. La escucha y el definirse a uno mismo para poder compartir con el otro es lo que nos da opción como sociedad, no solo como pareja, a que haya diferentes pensamientos y que en esas diferencias podamos construir algo mejor en común. El problema es cuando se confunde el priorizarte con el imponerte ante todo el mundo. Esa es una manera muy mala de priorizarte. Hay que priorizarse para encontrar un punto intermedio, no para ponerte ningún extremo. Esta obra se escribió hace 150 años y seguimos un poco igual, ¿es optimista con respecto al futuro?No tengo ni idea de qué es lo que va a pasar dentro de 100 años. Tal como está hoy el panorama en general, lo que creo es que nos vamos a extinguir. Por nuestra forma de ser, de no tener escucha e imponer todo el tiempo. No sé si vamos a durar tanto tiempo, pero sí que me gustaría pensar que va a haber un poco de evolución y que se va a utilizar bien esa evolución, porque hay veces que evolucionamos, pero para volver atrás. Las redes sociales se pueden utilizar para evolucionar o para encarcelarte. Son usos muy diferentes teniendo una misma herramienta. ¿Cómo echamos el freno?Tenemos que volver a recordar un poquito de dónde venimos para poder encontrar un lugar hoy aquí. Creo que vamos muy rápido y creo que no vamos a ninguna parte y lo mismo nos morimos todos antes de 100 años. Quiero pensar que habrá una evolución y que obras como esta traídas a la actualidad con lo poco que hemos podido evolucionar nos haga pensar para que no tengan que pasar otros 150 años y tengamos el mismo dilema. ¿Educar puede ser un objetivo del teatro?Yo creo que el teatro es un lugar necesario y eso sí que no ha cambiado nunca a lo largo de la historia. El teatro es un lugar donde uno como espectador se permite tener las ganas de compartir un viaje, uno que se comparte directamente con los actores. Compartes el viaje, te montas en un tren donde tú vas a vivir sensaciones y esas sensaciones siempre te van a llevar a un aprendizaje. El espectador es parte de la función y esa comunidad creo que es necesaria, sanadora y en cualquier caso, siempre te llevas algo bonito a tu casa, aunque sea un diálogo interno contigo mismo. Son 40, 50, 100 personas que están en una sala haciendo lo mismo que tú y eso creo que es necesario para recordar muchas cosas que tenemos en la vida y otras cosas que se nos pierden. Yo animo a que todo el mundo vaya al teatro a ver funciones más clásicas, menos clásicas, a compartir ese rato, porque yo te aseguro que llegas a tu casa con ganas de más. El día del apagón la gente salió a la calle, en cierto modo liberada, a compartir historias… ¿lo vivió usted así?Yo es que vivo todo el tiempo como si fuese un apagón. Así que todo el mundo estaba en mi mood. Me quedé sin móvil, me quedé sin luz y oye, pues abrí una lata, me hice un sándwich y con el chopped que me compraba mi madre de chica yo era la mujer más feliz del mundo. Yo sabiendo que estaba todo el mundo con salud. . . Pasé el rato hablando con mi vecino, le pregunté que qué tal llevaba la pierna… Las horas que estuve en mi casa sin luz hice exactamente lo que hacía todos los días. Es verdad que yo no veo la tele. Lo único que eché de menos fue la música y me acordé de que tengo un tocadiscos de vinilo que va con pilas y tenía pilas. Yo intento hacer un ejercicio constante en el día a día de tener un ratito de apagón. ¿Afecta anímicamente más hacer un drama que una comedia?No, pero te cansa físicamente. Pero la comedia puede cansarte más incluso, porque la energía que tienes que poner es mayor y los tiempos son más rápidos. Es una cuestión energética. Yo cada vez que suelto a Nora, o cuando he hecho comedia, lo que noto es físicamente el cansancio, más que algo emocional. Emocionalmente me siento con Nora y la reviso y con nostalgia la acompaño una vez más en el recorrido, pero no me desgasta emocionalmente. Soy una persona que siento mucho y lo siento todo mucho. Yo creo que por eso se me da tan bien actuar, pero en la vida personal luego eso hay que cuidarlo, porque si una va sintiendo tanto todo el rato te desgasta en el camino. Nora da el portazo, lo manda todo a la mierda, ¿alguna vez lo ha hecho usted?No, la verdad es que no, Yo ese despertar lo tuve hace ya muchos años. Por suerte yo no he tenido la vida de Nora y llevo muchos años pudiendo trabajarme personalmente, trabajando la salud mental. Todo esto es algo que es importante y que ahora está mucho más de moda y que es necesario para todo el mundo. Y yo ese despertar lo llevo teniendo mucho tiempo y he sido muchas diferentes Marías. Es algo que llevo haciendo desde que decidí dedicarme a esta profesión. Ese despertar yo lo he ido teniendo en cada década y espero seguir teniéndolo. Trabajo cada día para ir despertando a esa María y decidiendo poco a poco con ella, equivocándome, acompañándola y sobre todo, disfrutando de eso. Han sido muchas las puertas que he abierto y que me han sorprendido, y otras que he tenido que cerrar. Ese es mi aprendizaje personal y ese es el aprendizaje que también tiene Nora. Es un aprendizaje que deberíamos de tener todos. ¿Hay alguna María de esas que dice que le haya caído mal?Sí, ha habido varias que me hayan caído mal. Bueno, mal, mal no, porque realmente las comprendo e intento empatizar. Evidentemente, si todo me gustara de mí, tendría poca búsqueda. Hay veces que uno se pelea un poco más con uno mismo, pero eso es porque uno tiene un interés en verse, en descubrirse. Osvaldo juzga a Nora aún a pesar de haberle salvado, ¿ser desagradecido es el peor defecto?Ser desagradecido es de mal nacido. Ese ser desagradecido yo creo que es una pobreza que podemos encontrar en las personas, porque hay que ser agradecido hasta para equivocarse. En las personas desagradecidas hay una falta de inteligencia y pobreza. La peor torpeza que podemos encontrar en el otro es la negación absoluta a la hora de querer escuchar. Esa torpeza realmente me parece peligrosa. ¿Cómo hay que escuchar?Hay que escuchar sin juzgar. Escuchar con la opción de poder escuchar algo que no tenga nada que ver con tu propia opinión. Pocas veces somos capaces de escuchar una opinión contraria sin sentirnos atacados. . . Yo creo que hay una corriente que se está imponiendo a la hora de sentirse atacados y no hay que posicionarse en un sitio tan extremo. El posicionarse en un lugar extremo nos hace pobres y nos hace débiles. Cuando hay miedo, uno grita y creo que tendría que haber menos miedo, menos gritos y muchísima más conversación y diálogo. En el diálogo y en las diferencias es donde podemos encontrar cosas que nos sirvan. En la imposición, en la pelea y en el grito lo único que encontramos es pobreza y miedo. Y creo que es una corriente que se está instalando en más de lo que debiera. Pero también quiero pensar que es ruido y que el ruido en algún momento tendrá que parar. Hay una Nora andaluza en esta función, ningún actor ha renunciado a su acento…Sí, me parece rico y bonito, porque el hecho de que Lautaro Perotti [director] haya querido que mantengamos cada uno de nuestros propios acentos, hace que también contemos nuestras propias historias. La historia que escribió Henrik Ibsen hace 150 años la podemos adaptar a cualquier lugar, con cualquier historia. Pasa en otros sitios, pero en Andalucía prevalece mucho más lo que es la superwoman, las matriarcas que mantienen la felicidad de toda una casa, de toda una familia, de toda una economía. Ellas están aparentemente detrás de todo, son las que llevan la batuta de todo. En esto tiene que ver mucho la Nora original con esta Nora actual, que con todo el amor del mundo tiene esta casa de muñecas que es de oro. Ahora, como a muchas madres andaluzas les pasa, ¿se han parado a preguntarse cómo están ellas?A su madre, Carmina, la veo un poco en ese rol de superwoman poderosa, como una mujer con un carácter muy fuerte, pero no sé si fue a costa de algo…Ella tiene una personalidad muy desarrollada, pero tanto ella como yo, como todas las mujeres, por desgracia, tenemos que estar aprendiendo. Carmina, a mí lo mejor que me enseña es que hoy en día, con la edad que ella tiene y aún habiéndose enfrentado a su personalidad, asumió el aprendizaje de hacerse actriz con 60 años, que es de alguna manera también dar un portazo a una vida, porque en su momento no pudo hacerlo porque la sociedad no se lo permitía, porque las infraestructuras estaban montadas de otra manera, no porque tuviese un marido represor, porque no lo ha tenido nunca y no lo tiene ahora. Es un marido que se siente muy orgulloso de lo que lo que ha sido y lo que sigue siendo ella. Carmina es un gran ejemplo de una gran Nora, porque ella es alguien que ha seguido evolucionando, aprendiendo y haciendo cosas muy diferentes de lo que fue Carmina con 30 años, por ejemplo. Nora no es la única que intenta aprender en la obra, ¿no?También le pasa a Osvaldo en este caso. Al final de la obra Nora se despide dándole las gracias y él le pregunta “¿por qué?”, queriendo comprender. No se despide gritando. Y cuando el hombre quiere comprender y escuchar es porque está teniendo también su propio aprendizaje. Y ese es el mensaje que me gustaría que le llegara a todo el público, que tenemos que aprenderlo todos, nosotras, nosotros, nosotres, todos tenemos que aprender que la oportunidad, si nos la damos a uno mismo, se la damos al otro también. Nos hablaba antes de que vivió el apagón prácticamente como cualquier otro día, ¿eso es porque vive o intenta vivir ajena a redes sociales, a comentarios, a noticias, artículos?Me parece que buena pregunta. Vivir ajena tampoco, porque realmente esta es la actualidad y donde vivimos. Las herramientas de las redes sociales yo las he utilizado de diferentes maneras y cada vez he tenido que ir modificando mi conocimiento y mi relación con ellas. Es verdad que ahora mismo a mí no me gusta el ruido que hay y lo que se mueve. Hay mucho ruido que te puede llegar a desdibujar y es como una corriente y hay corrientes que te pueden llevar a aguas sucias y hay corrientes que te pueden llevar a aguas cristalinas. Yo llevo 16 años trabajando, siendo un personaje público y estando siempre actualizada. Para estar actualizada te tienes que ir adaptando constantemente a todo, pero para mantenerte tienes que tener una personalidad, porque si tú no tienes una personalidad terminas siendo un póster como todos los demás y al final eres un producto, un pantalón de campana que durante tres años ha estado de moda y ganando mucho dinero, pero luego te quedas en tu casa y no se acuerda nadie de ti. Yo intento no ser un pantalón de campana. En estos 16 años he intentado llevar puestos los pantalones de campana, las vans que se llevaban, el corpiño, una camisa. . . adaptándome, pero sin dejar que a mí el ruido de las redes sociales me quiten el tiempo de la definición personal de María. Y para eso intento tener mis tiempos y escuchar a mi vecino, ir a comprar a la carnicería y escuchar al carnicero… Eso es lo que a mí como María me hace estar en un lugar real y me hace poder seguir descubriendo para poder contar muchos más personajes, no quedarme en una cajita con un único color, con una única manera de pensar. ¿Ha sido más complicado pasar por todo el asunto del juicio por el incidente con la policía siendo un personaje público?Al ser un personaje público te expones a que tu vida se esté contando. Yo estoy tranquila porque sé dónde estoy, quién soy, dónde trabajo… Esa exposición la he tenido siempre. Hace 15 años hablan de mí para bien o para mal. Si hablan de ti es porque tú interesas. Y eso es lo que me quedo.
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