'El juego del calamar 3', final explicado: quién gana y el tremendo cameo que apuntala el futuro de la serie


         'El juego del calamar 3', final explicado: quién gana y el tremendo cameo que apuntala el futuro de la serie
[Este artículo contiene SPOILERS de 'EL JUEGO DEL CALAMAR' temporada 3]El juego del calamar llegó a Netflix en septiembre de 2021 y tomó por sorpresa al planeta (postpandémico y atenazado por un capitalismo cada vez más asfixiante) convirtiéndose en un fenómeno mundial que catapúltó a la plataforma a lo más alto. La serie surcoreana creada por Hwang Dong-hyuk parecía capaz de cambiar el paradigma de producción audiovisual en un mercado global. Menos de cuatro años después, finaliza como otra promesa rota más de la era streaming. La primera temporada de El juego del calamar ya era síntoma de la obsesión por serializar (y, por lo tanto, dilatar) ideas aceptables para un largometraje (como había escrito Hwang) que al expandirse no tienen mucho más que decir pero sí tiempo que consumir. La segunda, estrenada el año pasado, no se atrevía a salir del terreno conocido y se planteó como una repetición que, además, acabó dividida de facto en dos entregas; la tercera temporada que ya podemos ver no deja de ser la otra mitad de una continuación escindida. Su desarrollo, más allá del planteamiento de nuevos juegos macabros con cada vez menor factor sorpresa, una postergación constante de cualquier valor nutritivo. Así pues, no es ni necesario señalar el rudimentario músculo formal de Hwang (inalterado durante un total de 22 episodios) ni las limitaciones visuales esquivadas por un diseño de producción vistosamente minimalista para evidenciar las carencias meramente a nivel narrativo de una historia que al final de la primera temporada agotó su recorrido. El juego final de este perverso concurso, cuyos participantes se matan por una suma millonaria a la vista de adinerados espectadores enmascarados a quienes parecen interpretar los peores actores de un casting de occidentales en Seúl, consiste en que los últimos supervivientes salten a lo largo de tres plataformas eliminando como mínimo a un jugador en cada una. Una vez que han caído todos los demás supervivientes, Gi-hun (Lee Jung-jae) se enfrenta a Myung-gi (Im Si-wan), que está decidido a matar al bebé de Jun-hee, la jugadora 222, para llegar al final del juego y quedarse con todo el dinero. Gi-hun gana la pelea y Myung-gi cae al vacío. Entonces, Gi-hun toma una drástica decisión: se sacrifica, lanzándose desde la plataforma, por lo tanto el bebé gana el juego. Durante esta temporada, hemos visto cómo a Gi-hun le afectó decisivamente que su revolución fuera sádicamente apagada por los organizadores del juego. A su psique tambaleante tampoco le sentó nada bien descubrir que el Líder In-ho (Lee Byung-hun) le engañó haciéndose pasar por un jugador en la temporada anterior. Durante todos estos episodios hemos visto cómo la indefensa hija de Jun-hee era el único asidero que le quedaba para tener algún tipo de esperanza en la inocencia y bondad humanas. "Somos seres humanos". Las últimas palabras de Gi-hun antes de lanzarse al vacío encapsulan el propósito que siempre mantuvo: demostrar que las personas son capaces de tomar decisiones moralmente correctas sin verse consumidas por la avaricia. Algo que el desarrollo de El juego del calamar se ha empeñado en negar una vez tras otra. Así pues, el bebé de la jugadora 222 gana esta edición del juego; pero el sacrificio de Gi-hun tiene un efecto mucho más determinante. Impactado por el suicidio de Gi-hun, el Líder In-ho decide poner fin al juego ordenando la destrucción de la isla. Al parecer, ahora es consciente de que no todos los seres humanos son egoístas despiadados como este juego le había hecho creer. Además, recoge al bebé para ponerlo a salvo; y, de paso, despierta la clemencia de su hermano Jun-ho (Wi Ha-joon). Resulta que, después de dos temporadas buscándolo para vengarse, cuando lo tiene a tiro decide perdonarle la vida (como hizo In-ho con él al final de la primera temporada). Menos mal, porque así puede ocuparse de criar a la pequeña hija de la jugadora 222, pues In-ho considera que es mejor candidato que él para hacerse cargo de su futuro, e incluso le da todo el dinero del premio del juego que le correspondía como ganadora. No es el único reparto de dividendos que hace In-ho, pues seis meses después del final del juego, visita a la hija de Gi-hun en Los Ángeles. Allí le hace entrega de una caja en la que encontrará varias pertenencias de su padre fallecido: el chándal del juego, y una tarjeta de débito que le da acceso al dinero que consiguió Gi-hun al ganar la anterior edición del juego del calamar en la primera temporada. Durante su visita a Los Ángeles, In-ho ve una curiosa escena en un callejón. Una reclutadora estadounidense está jugando con un hombre al ddakji, el juego de tarjetas (similar a los tazos) que se usa en la serie para captar nuevos jugadores. Y esa persona es ni más ni menos que Cate Blanchett vestida con un impoluto traje negro, replicando el icónico papel que interpretó Gong Yoo en las dos primeras temporadas de la serie. Así sabemos que en EE UU también está en marcha su propia versión de la sádica organización que se aprovecha de las penurias económicas de la gente. De este modo, El juego del calamar anticipa el spin-off estadounidense de la serie que está preparando Netflix con la intención de empezar a rodarse antes de que acabe este año, con David Fincher al mando. Aún no sabemos si Fincher dirigirá todos los episodios del spin-off, en cuyos guiones trabaja Dennis Kelly, el creador de Utopía, y queda por anunciarse su reparto. Si bien parece improbable que Blanchett vaya a estar involucrada en esa próxima versión de El juego del calamar, su aparición al final de la serie coreana original deja clara la convicción de Netflix con la que sin duda considera una de sus franquicias estrella. Las cifras de audiencia de su cierre seguro que le dan la razón.

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