La UE aplaza la votación del catalán como lengua oficial por la falta de apoyos y el gran reclamo de Junts tendrá que esperar


         La UE aplaza la votación del catalán como lengua oficial por la falta de apoyos y el gran reclamo de Junts tendrá que esperar
El Gobierno de Pedro Sánchez ha elevado a la Unión Europea una 'promesa' que le hizo a Junts y de momento no es tiempo de ello: el Ejecutivo ha retirado este martes la votación para intentar aprobar la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera en la Unión, con la reticencia de muchos países por cuestiones políticas, económicas o legales. Era parte del orden del día en la reunión en Bruselas del Consejo de Asuntos Generales, pero finalmente España ha decidido posponer su plan ante las peticiones de varios socios, que alegan que todavía no es el momento. Así, el tema volverá a la mesa en próximas cumbres. Ya antes de la reunión -a la que no ha asistido el ministro de Exteriores, José Manuel Albares- se dio por hecho que no iba a salir adelante el plan español. "Espero que no tengamos que votar porque la cuestión no está madura", sostuvo sobre el tema el ministro finlandés de Asuntos Europeos, Joakim Strand, algo en lo que coincidieron otros países como Suecia, con dudas sobre la evaluación jurídica y sobre la evaluación de los costes. Austria siguió ese argumento también: "Aún hay cuestiones legales y sobre los costes", sostuvo su ministra, Claudia Plankolm. "Llevamos ya varios años debatiendo y trabajando con nuestros socios y es verdad que se habían conseguido grandes avances", explicó la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, pero reconoció que un grupo de países "ha pedido seguir dialogando" sobre el tema, y el Ejecutivo ha aceptado ese punto para finalmente retirar la votación. Desde Moncloa se agarran sobre todo al hecho de que en el Congreso las lenguas cooficiales ya se usan en los plenos, algo que quieren trasladar a la esfera europea. En realidad, los países están divididos en tres bloques: en uno están los gobiernos que consideran que pueden apoyar la medida siempre y cuando no tenga un coste para ellos, en cambio otros consideran que hay recelos precisamente financieros y legales, mientras que un tercer grupo apunta a riesgos políticos -porque tengan lenguas en situaciones similares, como es el caso de Francia o Italia-. Hay un 'peligro' de efecto dominó: varias fuentes confirman que hay un total de 50 lenguas en la UE en una situación similar a la de las cooficiales españolas, y algunas dentro de ese medio centenar tienen cierta 'trampa' dadas las circunstancias actuales. Es el caso del turco o del ruso. El primero es un idioma oficial en Chipre mientras que el segundo se emplea en algunos países Bálticos, con minorías. Además, en Bruselas inciden en que las 'oficialidades' siempre llegan de manera más o menos lenta, como pasó con el gaélico (que fue el último idioma en incorporarse). Por otro lado, hay que tener en cuenta que la Comisión Europea estima que el coste de la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego en la Unión Europea sería de 132 millones de euros, según un informe preliminar. Para llegar a ese cálculo, Bruselas ha multiplicado por tres los 44 millones que cuesta actualmente al año a traducción y la interpretación al gaélico, pero deja claro que debe "llegar a un cálculo más preciso" que todavía no está en condiciones de elaborar, hasta que los Veintisiete acepten la oficialidad de las tres lenguas. Todo lo que ha rodeado a la oficialidad en los últimos días ha sido incluso algo turbio: en los Bálticos ha habido voces que han acusado al Gobierno español de "chantaje"; si no apoyaban la medida España pondría en jaque su aportación militar en la zona, algo que Moncloa ha negado mientras el PSOE acusó al PP de presionar a los ejecutivos conservadores -como el italiano- para que votaran en contra del tema en el Consejo. En realidad, se ha llegado a este punto tan rápido por las prisas del Gobierno de Sánchez, azuzado por Junts, que quiere ver su reclamo satisfecho a corto plazo. Los independentistas consideran que se tratan de una cuestión de voluntad, y no de números. Mientras, en la Unión Europea los países están acostumbrados a ritmos más pausados y en pausa va a seguir el tema de momento porque España no encuentra la unanimidad para que salga adelante. Lo que en Madrid es una cuestión

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