Tres meses de guerra: bombardeos, refugiados y negociaciones fallidas

Tres meses de guerra: bombardeos, refugiados y negociaciones fallidas
Se cumplen tres meses este martes desde que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, diese el pistoletazo de salida a una invasión ("operación militar especial", como se refiere el mandatario ruso) para ayudar a las regiones ucranianas prorrusas del Donbás, Donetsk y Luhansk, en el conflicto que mantienen con Ucrania y con el objetivo de "desmilitarizar y desnazificar" el país. Ese 24 de febrero, la población de Kiev, Járkov, Dnipró, Berdyansk, Kramatorsk, Boryspil, Brovary, Gatny o Tarasivka, entre otras, sintieron los primeros ataques con misiles, bombardeos y explosiones de las tropas rusas. Unas horas después el Ejército de Putin tomaría la central nuclear de Chernóbil y se dirigiría hacia la capital con el objetivo de derrocar al Gobierno de Zelenski. El conflicto bélico se ha llevado por delante la vida de más de 3. 800 civiles, según informa la ONU, que reconoce que la cifra puede ser mucho más alta, pero la imposibilidad de este organismo de acceder a las regiones más castigadas hace que la cifra no sea exacta. Además, cerca de 6,5 millones de refugiados han salido del país, ha informado en su última actualización el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Con la entrada del primer soldado ruso en territorio ucraniano, el mundo respondió tratando de ayuda a Ucrania y tan solo un día después del estallido de la invasión comenzaron a llegar las primeras sanciones internacionales contra Rusia desde la Unión Europea y distintos países como Reino Unido, EE UU, Canadá, Nueva Zelanda, Japón o Suiza. Entre las restricciones impuestas por la UE destacan el bloqueo del 70% del sistema bancario y empresas estatales rusas en el mercado de capitales, las restricciones a bancos, energía, finanzas, exportaciones, transporte y visados, y la exclusión de determinados bancos rusos del SWIFT. También la prohibición de importar carbón ruso, hierro, acero, madera, cemento, marisco y licores de Rusia y el espacio aéreo y los puertos de la Unión Europea están cerrados a todos los aviones y buques rusos. Además, existen sanciones individuales contra un total de 1093 personas, entre ellas las hijas de Putin, y 80 entidades con la inmovilización de sus bienes y la prohibición de viajar. Entre el 26 de febrero y el 2 de marzo, el Ejército de Rusia se hizo con el control de las ciudades de Melitópol, Berdyansk y Jersón, entre otras, mientras Kiev y Járkov continuaban resistiendo los bombardeos de las tropas rusas. Durante esos días tienen lugar en Bielorrusia las primeras negociaciones entre Rusia y Ucrania para poner fin al conflicto, aunque no tienen éxito. Para el sexto día de invasión, con el fracaso de las negociaciones y la acusación del Gobierno ucraniano a Rusia de crímenes de guerra por sus ataques con misiles a Járkov, un megaconvoy militar ruso de más de 40 kilómetros hacía su camino hacia Kiev. El tren de vehículos encontró muchísimas trabas durante el viaje y nunca llegó a la capital. Para el 2 de marzo, tras seis días de guerra, la ONU cifraba en un millón los refugiados ucranianos que habían dejado el país huyendo de la guerra. Para ese entonces, la UE ya había aprobado destinar 450 millones de euros para financiar el envío de armas letales a Ucrania y el envío de aviones de combate, además de otros 50 millones para suministros no letales. La inversión ascendió al doble, a 1. 000 millones, el 10 de marzo. También individualmente algunos países decidieron enviar armamento, entre ellos Alemania, con 1. 000 armas antitanque y 500 misiles Stinger, y España, con un total de 1. 370 lanzagranadas contracarro, 700. 000 cartuchos de fusiles y ametralladoras, y ametralladoras ligeras. Putin sembró el pánico en toda Europa cuando su Ejército consiguió hacerse con el control de la central nuclear de Zaporiyia, la más grande del continente europeo. A pesar de la resistencia de ciudadanos de la zona y trabajadores de la planta, que construyeron barricadas para impedir el paso de los rusos, no pudieron hacer nada para evitar que las tropas se hicieran con ella. Doce días después, la central perdió parte de su suministro eléctrico. La ciudad de Mariúpol ha sido uno de los principales objetivos del Ejército ruso desde que se iniciase la guerra y se convirtió con el tiempo en símbolo de resistencia. Situada al sur de Ucrania, es un territorio cuya conquista es clave para unir el Donbás con la península de Crimea, anexionada a Rusia en 2014. Así, durante las dos primeras semanas de la invasión la urbe permaneció sitiada. El 9 de marzo sufrió bombardeos en un hospital maternoinfantil que acabó con la vida de tres personas, entre ellas una niña, y dejó 17 heridos. Tras varios días posicionándose como nación mediadora entre Ucrania y Rusia, el 10 de marzo Turquía acogió en la ciudad de Antalya a Dimitro Kuleba y Sergei Lavrov, ministros de Exteriores ucraniano y ruso, respectivamente, aunque ese primer encuentro finalizaría sin alcanzar ningún acuerdo. Hasta el 29 de marzo no se volvió a producir ninguna reunión presencial, aunque esta vez los enviados fueron los consejeros de Zelenski y Putin, Mijailo Podoliak y Vladímir Medinski. Entonces, sí que se acercaron posturas: mientras Rusia accedía a la entrada de Ucrania en la UE, siempre y cuando lo hiciese con la calificación de país neutral, Kiev se mostraba dispuesta a declararse neutral y a no entrar en la OTAN, con la condición de que se le garantizase protección militar si fuesen atacados. También acordaron reducir la acción militar en Kiev y Chernígov. Sin embargo, pese a los avances, fracasaron a la hora de poner fin a la guerra. El 13 de marzo la guerra se acercó peligrosamente a las fronteras de la OTAN, pues un total de 30 misiles impactaron contra una base militar ucraniana sita en Leópolis, que se encuentra a unos 25 kilómetros de Polonia. Los impactos provocaron la muerte de 35 personas y más de un centenar de heridos. Entre los últimos días de marzo y los primeros de abril, las tropas de Putin comenzaron a abandonar los alrededores y la capital ucraniana, así como Chernígov, donde se habían denunciado impactantes bombardeos, como el del 17 de marzo que dejó hasta 53 muertos. Además, el alcalde de la ciudad denunció el 8 de abril que se habían registrado hasta esa fecha al menos 700 muertos, civiles y soldados, y unos 40 desaparecidos. Con esta retirada Rusia abandonó sus intenciones en el norte del país y en Kiev. Las tropas de Putin dirigieron todos sus esfuerzos en el sureste del país, para la conquista definitiva de zonas como Mariúpol y las regiones del Donbás. La retirada de los soldados rusos de Kiev para trasladarse al sureste del país dejó al descubierto a principios de abril una auténtica matanza en las calles de Bucha. Las autoridades ucranianas se encontraron con más de 400 cadáveres, algunos de ellos con las manos atadas. Muchos fueron hallados en las calles, pero también se localizaron 280 cuerpos sin vida en una fosa común de 14 metros cercana a una iglesia. Esta situación marcó un punto de inflexión en las negociaciones entre ambos países, al alejar a Ucrania de los escasos avances conseguidos en Estambul. Después de haber aparecido telemáticamente en buena parte de los parlamentos europeos, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, compareció en el Congreso de los Diputados mediante una videoconferencia el 5 de abril. "Estamos en abril de 2022, pero parece que estamos en abril de 1937, cuando se bombardeó una de vuestras ciudades, Guernica", expresó durante su intervención, en la que también pidió ayuda “con armas y sanciones” porque "Rusia no busca la paz". Además, el mandatario recordó una de las escenas más dramáticas de la invasión rusa: madres escribiendo sobre los cuerpos de sus hijos sus nombres y los teléfonos de contacto de allegados por si muriesen en la guerra. Cuando la matanza de Bucha todavía ocupaba las portadas de los periódicos de medio mundo, dos cohetes rusos colisionaron el 8 de abril contra la estación de tren de Kramatorsk, ubicada en el Donbás, mientras miles de personas se encontraban allí huyendo de la ciudad. El impacto ocasionó la muerte de 50 personas, la mayoría de ellas mujeres y al menos cuatro niños, y dejó otros 100 heridos. Un día después, el 9 de abril, según informó la cadena británica BBC, Rusia realizó cambios en su cúpula militar para mejorar la coordinación de sus tropas en el terreno y así conseguir sus principales objetivos con la invasión a Ucrania: dividir el país en dos mitades y anexionarse el este. Para ello, decidió nombrar como primer responsable de la cadena de mano al general Alexander Dvornikov, con un amplio historial de destrucción en Siria, civiles mediante, lo que le granjean el apodo de el ‘Carnicero de Siria’. El 14 de abril, dos misiles Neptuno impactaron contra el buque militar principal ruso Moskva, provocando varias explosiones y un incendio que terminaron provocando su hundimiento. La versión del Ministerio de Defensa ruso fue muy diferente, pues aseguraron que las llamas se habían iniciado por la "detonación de municiones". También afirmaron que las explosiones habían sido controladas y que la tripulación había sido evacuada, aunque finalmente, varios días después reconocieron un muerto y 27 personas desaparecidas. Cuando se cumplían dos meses de guerra, las Fuerzas Armadas rusas afirmaron estar comenzando el inicio de "la segunda fase" de la guerra en Ucrania, desvelando que el objetivo de Moscú podía no ser unicamente el Donbás, sino también el sur de Ucrania hasta llegar a la región de Transnistria. Este territorio declaró su independiente aunque oficialmente es territorio moldavo, y controlarlo "permitiría crear un corredor hacia Crimea y tener influencia sobre la economía ucraniana", ha asegurado el comandante del Distrito Central del Ejército ruso, Rustam Minnekaev. El 20 de abril, el Ministerio de Defensa de Rusia comunicó que las pruebas del misil balístico intercontinental Satán II hanbían sido todo un éxito. Se trata de un arma de gran alcance que podría llegar hasta Europa o Estados Unidos y que puede llegar a contener hasta 12 cabezas nucleares. Tras el lanzamiento, el presidente ruso envió un mensaje a Occidente, advirtiendo de que el también llamado Sarmat hará que "quienes están tratando de amenazar a nuestro país (. . . ) se lo piensen dos veces". El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se desplazó a final de abril a Kiev para encontrarse con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski. Allí visitó la localidad de Borodianka, donde el Ejercito ruso también habría llevado a cabo una matanza. "Conmovido al comprobar en las calles de Borodianka el horror y las atrocidades de la guerra de Putin", escribió Sánchez después en sus redes sociales. Junto a Zelenski, el líder del Ejecutivo anunció que España enviaría 200 toneladas de armamento para ayudar a Ucrania. El 29 de abril, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, visitó Ucrania, tras haber visitado el día anterior Rusia. Durante su visita, Guterres se reunió con Zelenski, que no dudó en reclamarle que visitara antes a Vladímir Putin, en Moscú, que a él en Kiev. "La guerra es en Ucrania, no hay cuerpos en las calles de Moscú. Sería lógico ir primero a Ucrania y ver a gente, ver las consecuencias de la ocupación", afirmó. Guterres aseguró desde Ucrania que el Consejo de Seguridad de la ONU "no hizo todo lo que estaba a su alcance" para evitar el conflicto provocado por la invasión rusa. Pese a ello, reconoció la labor de los trabajadores de la ONU sobre el terreno, también dijo que la falta de determinación del Consejo de Seguridad es "una fuente de gran desilusión, frustración e ira". Aunque muchos analistas marcaban el nueve de mayo como un día clave para la guerra, al ser el Desfile del Día de la Victoria en Rusia y esperarse un discurso de Putin donde se produjera algún anuncio, nada de lo esperado ocurrió. Algunas hipótesis barajaban que Putin aprovecharía la celebración para declarar formalmente una 'guerra total'. No obstante, en su discurso en Moscú, el presidente ruso solo hizo referencia a la invasión rusa para justificar ante su país su decisión de entrar en Ucrania. El discurso no supuso un punto de inflexión en la guerra en Ucrania, como aseguraban los servicios de inteligencia de varios países occidentales, y el conflicto ha continuado igual varias semanas después. Después varios meses de discusión en el seno de la Unión Europea, Europa decidió a principio de mayo dar un paso más allá y vetar el petróleo ruso en territorio comunitario. No obstante, aunque se esperaba aprobar ese sexto paquete de sanciones en días, todavía no ha podido salir adelante porque varios países como Hungría, República Checa y Eslovaquia, solicitaron que se asegure una alternativa al suministro. La UE ha sufrido con el veto al petróleo uno de sus primeros desacuerdos públicos dentro de las medidas contra Rusia. En medio de toda esta situación bélica, el 14 de mayo se celebraba en Italia el festival de Eurovisión. Durante las votaciones finales, el grupo que acudió en nombre de Ucrania acabaría ganando gracias al voto popular, lo que ha sido reconocido como un apoyo de los europeos a la difícil situación que vive Ucrania. El presidente ucraniano aseguró minutos después que "el año que viene Ucrania sería sede" de ese festival, como corresponde al país triunfador. Tras casi tres meses de defensa de Mariúpol y terminar atrincherados en la acería de Azovstal, finalmente el asedio de las tropas rusas surtió efecto y los soldados ucranianos terminaron rindiéndose poco a poco durante la semana del 16 de mayo. La acería se había convertido en uno de los símbolos de la resistencia ucraniana. El ministro de Defensa de Rusia, Sergei Shoigu, ha afirmó el pasado 20 de mayo que sus tropas habían "rescatado" a 177 civiles y capturado a 1. 908 "nacionalistas" que "han depuesto sus armas", según la agencia de noticias TASS. Ucrania confirmaba también el fin de la batalla en esa ciudad. En medio de esta rendición multitudinaria, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) pidió el 19 de mayo un acceso "inmediato" a estos prisioneros, de los que intenta también recabar datos. Las autoridades ucranianas, por su parte, mantienen su interés de hacer un futuro canje de prisioneros con los militares que sean capturados tras abandonar la acería. Aunque a lo largo del conflicto se han realizado varios intercambios de prisioneros, la situación de los combatientes en la guerra en Ucrania es un misterio, pues las cifras de prisioneros y muertos que ofrecen las partes juegan un papel propagandístico importante para vender el relato de que están ganando. El Gobierno de Rusia reconoció el 17 de mayo que ya no se estaba produciendo ningún tipo de negociación con las autoridades de Ucrania para rebajar las tensiones bélicas. Según reconoció Moscú, esto se debe a la falta de compromiso de Kiev con un diálogo que no ha dado apenas resultados prácticos. El viceministro de Exteriores ruso, Andrei Rudenko, ha confirmado que "Ucrania ha salido de este proceso". En un nuevo episodio de la guerra diplomática entre Rusia y los llamados países occidentales, este 18 de mayo Rusia expulsó a 27 diplomáticos y personal de la Embajada de España en Moscú y del Consulado General en San Petersburgo. El Gobierno de Putin decidió responder así a la expulsión del mismo número de empleados de la legación rusa en Madrid anunciada en abril por el Gobierno español. El Gobierno de Rusia no solo realizó esta expulsión, sino que también echó del país a 24 diplomáticos italianos, 34 franceses y cuatro eslovenos. Si algo ha cambio estos tres meses de invasión, es la postura de algunos países que hasta ahora no habían dado el paso de unirse a la OTAN. Es el caso de Finlandia y Suecia, que este 18 de mayo han entregado en Bruselas sus solicitudes de acceso a la Alianza Atlántica a las manos del secretario general, Jens Stoltenberg. Dos Estados históricamente neutrales (aunque ya colaboraban con la OTAN desde fuera) han llamado a la puerta de la organización, aunque por el momento están al principio del camino para entrar. Stoltenberg se ha comprometido a que el acceso de ambos sea "rápido y sencillo" y mientras este se da ha abierto la posibilidad de desplegar tropas en sus territorios para hacer frente a la amenaza rusa. Pese a la disposición de la mayoría de países, Turquía parece no estar de acuerdo en estas incorporaciones. Biden ha tratado de convencer a Erdogan de que cambie su posición, pero todavía no se ha recibido respuesta.

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